Bosque


Desde el principio sabíamos que por más que lo intentáramos, tú y yo no estábamos hechos para estar juntos; cada vez que yo miraba al suelo, tú mirabas al cielo, y cuando yo miraba al cielo tú me preguntabas que por qué me gustaba pasar tanto tiempo mirando hacia algo que nunca sería capaz de alcanzar.

Entonces te observé detenidamente, y lo entendí: por eso me gustabas tanto, nunca iba a ser capaz de alcanzarte. Quizás es esa obsesión mía por buscar siempre algo mejor, que al final me deja sin nada entre las manos, pero que sigo creyendo que algún día me llevará a alguna parte.

Y por eso lo intentamos, porque estábamos locos. Porque después de tanto tiempo vagando sin rumbo por nuestros propios pensamientos, se vuelve irrelevante buscar un camino. Porque ya que te lo han arrebatado todo en la vida, se vuelve imposible perder. Y porque una vez que conoces a alguien como tú, te entras unas ganas infinitas de volverte inmortal, y te llega un deseo absoluto y eterno de permanecer en este mundo.

Aún me acuerdo de los dos atardeceres que te debo, y del beso de antes de partir que no te di en la mejilla izquierda, donde la felicidad se te marca con mucha más intensidad… no lo olvides.

Pues incluso si tú me dieras la espalda novecientas noventa y nueve veces, yo te rodearía mil veces para encontrarme tus ojos de frente y ver lo que realmente quisiste decir.

Cantamos respecto al amor, y al mismo tiempo nos odiamos a nosotros mismos, e inventamos historias que gritamos al viento cuando ni siquiera nuestros propios oídos están cerca para reírse de lo absurdo que es darle color a las paredes de una habitación en medio de la total oscuridad. Y bailamos al son del silencio que pones en tus labios cada vez que te pregunto si quieres pasar el resto de tus días a mi lado, para darme cuenta al final de la noche que, si aún sigues aquí para escuchar mis ridículas preguntas, no tiene sentido que dude de ti.

Pero siempre lo hago. Dudo de ti. Dudo de mí. Dudo de todo.

Y, cuando menos lo esperaba, las voces dentro de mi cabeza que me dictan lo que siento por ti, me abandonaron. Me dejaron para buscar una vida mejor al otro lado del espejo que llevas en u collar lleno de arrepentimiento. Se fueron huyendo de la idea de tener que viajar hasta el más recóndito callejón del olvido para poder silbar nuestra canción sin temor a que llegue de lleno al corazón de alguien más.

Pero no te preocupes por nada, te voy a guardar como un secreto, y te voy a visitar en mi cabeza cada noche antes de dormir.

Y sí, ya lo comprobé, la belleza realmente está en los ojos del que te ha visto bailar descalza debajo de un árbol a la mitad del bosque.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario