Cuando digo “tenerte”, no hablo de poseerte.
Hablo de tenerte presente, de tenerte cerca
(a una distancia tan corta que tu respiración
y la mía sean la misma).
Cuando hablo de tenerte, me refiero a
los hoyuelos de tus mejillas cuando
sonríes al verme directo a los ojos
quitándome el cabello del rostro
como buscando un poquito
de verdad en
mí.
Pero nunca encuentras nada, ¿verdad?
Me refiero a las veces que has dicho
que me extrañas sin esperar nada a cambio,
a los versos que me has escrito sin pensar en el futuro, y
a mis atesorados momentos
en que tus labios han
dicho “te quiero”
mientras me
miras.
Cuando hablo de tenerte,
hablo de que me tengas tú a mí;
y me tienes, pero no lo ves,
o no te importa.
Y no importa.
Y qué más da.
Al final de todo, yo siempre voy a estar aquí.
Esperando a que me tengas.
A tenerte.