Hábitos


Volví a dejar la toalla húmeda
tendida sobre la cama,
la ropa sucia sobre el suelo,
la pasta dental destapada,
y no pretendo secar mis huellas
que llegan hasta la sala, donde
me siento, desnudo, a utilizar mi ordenador;
por las noches, dejo la ventana abierta,
la luz de la habitación encendida,
las puertas sin seguro, y
me olvido siempre de sacar la basura.

Dejé tu pared favorita a medio pintar,
los trastes de nuestra última cena, sin lavar;
no apago el despertador al escucharlo timbrar.

El refrigerador se me queda mal cerrado,
ando sin zapatos por toda la casa,
salgo sin suéter durante el invierno,
no digo “salud” cuando estornudan,
hablo con la boca llena,
llego tarde a todos los lugares,
como cada que me acuerdo,
dejo para mañana todo lo que
pude haber hecho ayer;
y sí, aunque te carcoma las entrañas
y te hierva la sangre, debo admitir que
bebo siempre directo del envase.

Miro a un solo lado
cuando cruzo la calle y,
a veces, conduzco con los ojos cerrados
con la ilusión de que el vértigo
me haga estrellarme
de lleno contra tu recuerdo
para poder gritarle en la cara que
volví a mis malos hábitos para
que notes que te dejé en el olvido;
 que regresé a ser todo lo que odiabas
para que sepas que ya no te quiero.

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