Tres de la maƱana,
dos botellas de vodka,
la lluvia inundando mi casa
y un solo pensamiento
que ha invadido mi mente
toda la noche:
tĆŗ.
Me causa un gusto infinito que el
imbƩcil ese que tanto te gusta
te haya traĆdo la felicidad absoluta,
o al menos una bonita mƔscara que,
segĆŗn tĆŗ, se parece mucho a ella.
Al final, no sabrĆas distinguir una espina
de una rosa ni aunque te estuviera
desgarrando los pulmones
por intentar arrebatarle su aroma
y el poquito de amor que le queda
entre los pƩtalos marchitos.
Y para quƩ te hablo de amor,
si fuiste tĆŗ la que me lo robĆ³
y te llevaste mi tĆ³tem
de la buena fortuna
para dejarme solamente
con analogĆas sin sentido
que no soy capaz de comprender
y tu perfume barato
que huele mĆ”s a mĆ mismo
que a ti.
Antes pensaba que la poesĆa podrĆa salvarme.
Ahora, no sƩ si yo serƩ capaz de salvarla a ella;
si tĆŗ querrĆ”s salvarnos a ambos,
o si lo Ćŗltimo que necesitamos a estas alturas
de la vida, es en realidad un hƩroe.
Ya no voy a mendigar por tus besos tristes,
por tus pechos hechos de miel y tu piel de porcelana.
Por tu voz que suena bajito o
la tinta impregnada en
tu cuerpo formando arte.
Y si te digo una mentira mƔs, no creo que haya gran diferencia,
asĆ es que voy a atreverme a decirte
que ya no te amo.
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