Encontrarnos


Creo que la magia está en esas ocasiones en que elegir caminos distintos nos hace encontrarnos. Encontrarte mientras estabas perdida cuando a quien yo realmente buscaba era a mí mismo, lo hizo mil veces mejor.

No puedo contar las veces que he vivido esa misma sensación, pero (como siempre digo) esta vez es diferente. Quizás fue el aroma de tus ojos claros, con ese degradado que va desde el color del campo y sube hasta el centro de la nebulosa más cercana a la Tierra; quizás fue tu sombrero de mimbre que me dejaba ver solamente esa osada sonrisa con que me invitaste a conversar; quizás fue tu ropa oscura como las huellas que dejamos por el pequeño camino de tierra a la mitad de un bosque lleno de risas vagas y música de fondo que, muy en el fondo, ninguno de los dos quería escuchar.

Pero si bailamos, fue porque así lo sentía el alma y traíamos los zapatos adecuados.

Recorrer tu escala de luces entera nunca ha supuesto un problema, pues hallamos más coincidencias en un instante que en todos los años que hemos perdido el tiempo pretendiendo que es posible sacarle una pizca de verdad al misterio de nuestros amores fallidos.

¿Te acuerdas de la frecuencia en que latía nuestro corazón?

La arritmia interminable de latidos sincronizados al unísono del viento helado que daba excusas para estar más cerca el uno del otro se convirtió en mi tono de despertador, aunque al escucharlo prefiera seguir soñando y no levantarme nunca.

Para ti, todo esto estaba destinado a suceder y el universo ya lo sabía…
sabes que yo no creo en el destino. Si dejas de nadar te hundes, y en el fondo,
sólo hay naufragios.

Le llamaría suerte, pero tampoco creo en ella;
voy a llamarle casualidad.

Y voy a llamarte,
a ver qué pasa.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario