Y de repente, sucede.
Empiezo a recordarte como si te hubiese visto ayer, y de nuevo le salen flores a mis palabras, vuelvo a ver colores durante las noches de insomnio, y la punta de tus dedos me toca y me recorre la espalda saltando entre las constelaciones de mis lunares como creyendo que el universo no es infinito. Pero lo verdaderamente importante no es cuánto recordamos, sino cuánto somos capaces de olvidar. Y aunque yo solo querÃa darle vuelta a la página de nuestra historia, tú decidiste incendiar el libro entero.
Ahora me paso los dÃas caminando directo hacia el horizonte porque es ahà hacia donde me llevaba tu mirada. Y aunque mi amor por ti me está matando, es lo que quedó de tu amor por mà lo que me mantiene vivo. Que si morimos hoy, nos encontremos mañana; aquà o en el más allá, qué más da. Yo ni siquiera creo en las almas, pero me gusta creer que aún piensas en mà de vez en cuando.
Comienza como una llamada para saludarte, ponerte al dÃa, recordarte que te quiero y que adoro escuchar tu voz, incluso a través del teléfono; termina en un rincón de mi habitación con las estrellas de tus labios apagadas, los mares inundando mis ojos y mi voz quebrada en mil pedazos.
Hago planes para huir de la ciudad, como quien intenta escapar de sus propios pensamientos sin querer soltarle la mano al pasado. Y de nuevo, apareces.
Hay fantasmas que viven en nuestra mente, y hay otros que se quedan afuera y tocan a la puerta para que los dejemos entrar. Hay lÃneas que se extienden hasta el infinito para nunca tocarse, y no hay nada de triste en ello. Hay personas que tienen heridas en la piel, y hay otras que las tienen en el corazón; yo tengo ambas.
Disculpa por no haber entendido lo que querÃas decirme, pero la melancolÃa es un idioma que aprendà a hablar hasta el dÃa en que te fuiste, y sinceramente, aún no lo entiendo muy bien.
Espero poder adelantarle el paso al tiempo, y con el tiempo, adelantarme a tus pasos.
Sé que nunca te he pedido nada,
y no espero hacerlo ahora,
pero por favor,
no me olvides.
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