Me atacaste por la espalda, infame pirata;
sin embargo, el Ășnico cobarde fui yo.
Quise enfrentarme a tus dudas
navegando sin miedo de frente
a los mares en que estaba perdido,
y aunque el viento no
estaba a tu favor,
como era de esperarse,
me lograste vencer.
Memoricé uno a uno todos
tus ocĂ©anos en 3 dĂas y 4 noches.
A pesar de ello, todos los dĂas te aprendo algo nuevo.
Te contĂ© hasta la Ășltima de las estrellas
de tu cielo nocturno, pero aĂșn no termino
de contarte las pecas.
Y no es que no pueda,
es que no quiero acabar
nunca de leerte en braille
todo el cuerpo.
Te robo los suspiros, me sumerjo bajo el agua,
te sigo los pasos y me ato a tus pies, pero siempre me quedo atrĂĄs;
me convierto en el caos dentro del corazĂłn de una princesa.
Y me llevas contigo deprisa, y entre besos me como tu risa,
y en tu manto me cubres la brisa.
Espero que algĂșn dĂa puedas entender el porquĂ© del
brillo en mis ojos al mirar directamente a los tuyos.
O el porqué del infinito en mis manos
al tocar tu piel.
Estoy seguro de que pronto voy a dejar de quererte
como te quiero ahora, pero serĂĄ solamente para quererte
un poquito mĂĄs.
Nunca dejes de creer en mĂ,
pero mĂĄs importante aĂșn,
jamĂĄs dejes de creer en ti misma.
Y haz conmigo lo que quieras, navegante,
pero vuelve al mar.
Y Ășsame como prefieras, marinera,
pero vuelve a amar.
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