Avellana


A pesar de que olvidé su nombre,
pienso en ella toda la mañana.

Quizás pudiera recordarlo,
pero no me da la gana.

Tengo la extraña sensación de
que su presencia no era vana.

Que formaba parte entera
de mi vida cotidiana.

Sé que cuando estaba cerca,
se percibía un alma veterana.

Y convertía el caos de la vida,
en pura y simple calma llana.

De los monstruos en mi cabeza,
ella era la más humana.

Disfruté siempre la belleza
que su corazón emana.

Cada vez que me veo al espejo,
la veo a ella en cada cana.

Me resuena su voz en la mente
como el vibrar de una campana.

E invade todas mis noches
con sus ojos de obsidiana.

Es verdad, sí recuerdo su nombre,
pues la herida aún no sana.

Y a pesar de estar tan lejos,
yo aún la siento muy cercana.

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