Soga


Me volvía loco.
Lo juro, me mataba la locura de quererla.
Me tenía la vida hecha un completo caos; un hermoso y absoluto desastre.

La quería tanto como la soga que abraza con fuerza por el cuello al suicida justo después de saltar de la silla.

Ella era más prejuicios que amor.
Yo, más sueños que persona.
Y juntos éramos instrumental progresiva sin armonías retóricas ni escalas lingüísticas…

¿Éramos?

Me volvía loco, lo juro.
Me vuelve loco, lo acepto.

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