
La
realidad es que
te imagino sumergida
superficialmente en tus
legĂtimas pseudocreencias de
lo que alguna vez no fue, dejando
en lo apacible de la locura estremecedora
de tu inexistente pero tangible ser el conmovedor
acontecimiento ficticio que nos causa indiferencia, atado
a la libre causa sin motivo en la que tu alma prohĂbe no realizar
tus deseos más despreciables agitando la inamovible guerra pacĂfica
entre lo que recordamos olvidar y lo que olvidamos recordar, dejando en el
ardiente paraĂso del limbo la maravillosa ruina de nuestro Ăntimo amor ajeno,
cargando la agonizante culpa de la excusa solemne de un crimen irrelevante, en
el que los dos se golpean suavemente con una estrepitosa caricia sutil y desgarradora.
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