Antes



Ya no escribo como antes, es verdad.
Reviso entre mi basura, la ordeno cronológicamente para encontrarle algún sentido, y al igual que tú cuando ves a través de nuestros recuerdos, no encuentro nada.

Ya no sé ni quién soy.
Acaso, ¿alguna vez lo supe?

Desearía más presentes progresivos entre nosotros pero, supongo que fue mi culpa, pues nunca fui capaz de entender lo que realmente querías decirme con tus silencios por tanto ruido que había dentro de mi cabeza; aún escucho los gritos, y a veces no me dejan dormir. Ven a calmarlos, como solías hacer cuando me dejabas pasar la madrugada contigo sin destino ni final.

Qué bonita fue esa sensación de tu cabeza sobre mi hombro, aunque durara sólo un instante.

Y se me pasa el tiempo, como un semáforo en rojo a las 3 de la mañana de un martes, con los ciclistas nocturnos yendo de largo sin siquiera mirar a los lados, ya sea montados en sus bicicletas, o andando a pie; recuerda que un ciclista sin ruedas y que ha olvidado cómo pedalear, no deja de ser nunca un ciclista.

Ojalá una tormenta en relojes de arena que me protejan del tiempo.
Ojalá unas botas de lluvia que cubran tus pasos y me protejan de ti.

Tu nombre aparece en, al menos, novecientas noventa y nueve palabras; no me culpes si te recuerdo a diario, en cada estación, en cada canción, en los restaurantes, en mi habitación, por cualquier motivo y sin poder hacer nada al respecto, pues mis intentos terminan donde termina tu voluntad, y acaban desechados en el basurero, a donde siempre pertenecieron.

Lo digo cada vez, pero lo repito
en caso de que lo hayas olvidado:
Puedes volver siempre que quieras;
yo siempre voy a volver a quererte…

Por supuesto que ya no escribo como antes,
¿de qué se supone que escriba si ya no estás aquí?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario